Temario >> Historia y filosofía del yoga >> Orígenes del Yoga

EL BUDISMO (400 a. C - actualmente)

Quizá la primera dificultad que presenta el budismo es una primera aproximación es la de conocer con exactitud qué es. La caracterización del budismo como una religión, una filosofía, una psicología o un sistema de vida no ha carecido de polémica.

Que el budismo desde los albores de su historia no acepte la existencia de un dios personal eterno e imperecedero es resultado inevitable de su doctrina del devenir. Si no hay en el universo nada permanente, si no perdura ningún tipo de elementos no compuestos, si cualquier personalidad es una corriente constantemente fluida de elementos (dharmas) que desaparecen, entonces no puede haber ningún dios inmutable, eterno, creador y conductor del cosmos.

Si el Buddha, tanto en el aspecto espiritual como ético, es el ser más perfecto que existe, no obstante, se distingue del dios de los teístas por el hecho de que no dispone de la omnipotencia, no es el artífice, conservador y jerarca del mundo, no le ha proporcionado las leyes ni puede modificarlas. Tampoco puede impedir la causalidad retribuida de los hechos.

El budismo como religión surge a partir de la experiencia de la liberación (del sufrimiento, de lo transitorio, de lo provisional, de toda restricción, del desasosiego, del desequilibrio, del miedo, de la inseguridad) a la que llegó Siddhârtha Gautama y de la enseñanza de la senda que conduce hacia ella.

La filosofía se fija en el conocimiento y deja de lado la práctica; mientras que el budismo pone un especial énfasis en la práctica y la comprensión y relega a un segundo plano la información y el conocimiento.

En el budismo, la meditación es el medio principal para llegar a la salvación. Se da una gran importancia a la contemplación y a la disciplina mental.

Las diferencias entre Occidente y budismo se pueden ver reflejadas en el siguiente cuadro:

El hinduismo en la época del Buddha

El budismo no puede explicarse sino a la luz de las antiguas ideas de la India.

Junto con la tradición ritualista del brahmanismo, las ideas contenidas en las Upanishad comenzaban a filtrarse a una comunidad intelectual cada vez mayor.

El brahmanismo tradicional, en vez de oponerse frontalmente a los ascetas itinerantes, trató de asimilar su movimiento, proponiendo la doctrina de los cuatro periodos de la vida.

La posición ortodoxa reconocida y mantenida por la mayoría de las escuelas budistas es que no existe ninguna entidad (alma, yo superior, espíritu, conciencia, etc.) que se traslade de una vida a otra. Una excepción fue la escuela Vâtsîputrîya o Pudgalavâda; esta admite la existencia de la «persona» (pudgala), único elemento de lo real que transmigra, una especie de «alma», un yo, y es portadora de las huellas de las acciones positivas o negativas que le permitirán gozar de sus frutos. 

Biografía del Buddha

El nacimiento

En el siglo VI a.C. la llanura del Ganges estaba repartida entre diversas monarquías, mientras que en las colinas y estribaciones montañosas situadas al sur del Himalaya se mantenían las repúblicas tribales como la de los shakyas, que ocupaban una zona fronteriza entre los actuales territorios de la India y del Nepal. Uno de los jefes más influyentes de la oligarquía gobernante de los shakyas era Suddhodana Gautama, miembro de la casta guerrera (kshatriya).

Alrededor del año 560 a. C., según algunas fuentes, nació en Lumbini, cerca de Kapilavastu el que llegaría a ser el Budha. Recibió el nombre propio de Siddhârtha («el que ha alcanzado su meta») y el apellido familiar de Gautama. Sería también conocido como Shâkyamuni («sabio de los shâkyas»), Budha («despierto», «iluminado»), Tathagata («el que ha venido por el camino conocido, el que entendió») y Baghavat («el afortunado», «el Señor»).

Al nacer miró hacia todos los puntos cardinales y pronunció estas palabras semejantes al mugido de un toro: «Soy el amor del mundo, soy el mejor de los seres…».

Un ermitaño y adivino llamado Ashita acude al palacio para ver al recién nacido y reconoce en él las treinta y dos marcas principales y las ochenta secundarias que adornan a un Budha. Ante esta visión, el anciano eremita explica que, si el niño permanece en su hogar, posiblemente llegará a ser un Chakravartin (soberano o monarca universal); pero, si renuncia a la vida familiar, llegará a ser un Budha.

Según algunos textos, a la edad de veinte años, el príncipe se casó con Yashodharâ y tuvo un hijo, Râhula. La inminencia de esta paternidad coincide con una crisis moral que le llevó a abandonarlo todo —carrera, riqueza y familia— y se lanzó como asceta errante a recorrer los polvorientos caminos de la India. En la India antigua no era excepcional que al llegar a la vejez el hombre abandonase su casa y marchase como asceta errante. Lo raro era que Siddhârtha lo hiciese en plena juventud.

La renuncia a la vida familiar

Tuvo que ver, según distintas fuentes documentales, con cuatro encuentros: un anciano, un enfermo, un muerto y un asceta. Siddhârtha tomó la decisión de abandonar su hogar y su familia, y vestido como un asceta comenzó su camino de búsqueda espiritual. Entró en contacto con dos maestros eminentes, Ârâda Kâlâma y Rudraka Râmaputra. Más tarde se unió a un grupo de ascetas y se entregó durante seis años a la práctica de la austeridad. Como no obtenía los resultados que él esperaba, decidió abandonar el ascetismo y continuar su búsqueda en solitario.

El despertar

En uno de sus desplazamientos, Siddhârtha llegó a la ribera del río Nairanjanâ y tomó un baño. Y después una niña le ofreció un poco de sopa de arroz en leche, que el futuro Budha comió y de este modo recuperó las energías perdidas. Y allí mismo en la ribera oeste del río encontró una variedad de la higuera pipalla y al pie de ésta se sentó. Tras una titánica lucha contra Mâra, dios del amor y de la muerte, Siddhârtha «despertó».

El «Despertar» de Siddhârtha fue la intuición de esta verdad: «Comprendí: esto es sufrimiento. Comprendí: esto es la causa del sufrimiento. Comprendí: esto es el fin del sufrimiento. Comprendí: ésta es la vía que conduce al cese del sufrimiento. Conociendo así, percibiendo así, mi mente quedó libre de la corrupción del deseo sensual, de la corrupción del deseo de existencia, de la corrupción de la ignorancia. Surgió en mí el conocimiento».

Murió a los ochenta años siendo jefe de una gran comunidad de monjes en Kushinagara, obteniendo —según narra la tradición— el parinirvâna (extinción total). Su cadáver fue incinerado y sus cenizas repartidas entre numerosos seguidores de distintas regiones, que las conservaron como reliquias en túmulos construidos a tal efecto. Estos lugares se convertirían más tarde en centros de peregrinación para muchos devotos budistas.

El corazón de las enseñanzas del Buddha. La puesta en movimiento de la Rueda del Dharma

El budismo es el único mensaje religioso y filosófico del subcontinente que ha traspasado de forma espectacular sus fronteras.

Una de las fórmulas más célebres en las que se resume el corazón de la enseñanza del Budha es la de las Cuatro Nobles Verdades.

Esta enseñanza se presentaba como una terapéutica, como un método o cura, como un sistema y proceso de curación. La presentación en una estructura cuádruple es análoga a la que era común en la práctica médica de la época del Budha: diagnosticar la enfermedad, identificar su causa, determinar si es posible la curación y prescribir el tratamiento idóneo.

Partiendo del hecho fundamental de que toda experiencia es sufrimiento (Primera Noble Verdad), busca primero la causa del sufrimiento y la encuentra en el deseo de vivir (Segunda Noble Verdad); afirma que la curación será posible si nos deshacemos de la causa de la enfermedad, es decir, de la sed o deseo (Tercera Noble Verdad). Por último, describe el camino hacia la salud, el Noble Sendero Óctuple (Cuarta Noble Verdad).

Esta enseñanza fue expuesta por vez primera en el sermón que tuvo lugar en el Parque de los Ciervos de Sârnâth, ciudad próxima a Benarés. Con este sermón el Budha se dirigió a sus primeros discípulos, cinco ascetas con los que había compartido años atrás el camino del ascetismo; el sermón se conoce como «La puesta en movimiento de la rueda del Dharma», y está constituido por una serie de reflexiones sobre las denominadas «Cuatro Nobles Verdades», que constituyen el Dharma, ley o doctrina budista.

Primera Noble Verdad – La verdad de dukkha (sufrimiento)

“Esta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento. La pena, el lamento, el dolor, la aflicción, la tribulación son sufrimiento. Asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no conseguir lo que uno desea es sufrimiento. En una palabra, los cinco agregados de apego a la existencia son sufrimiento”

La Primera Noble Verdad expresa la concepción budista del ser humano, del mundo y de la realidad. Según esta concepción, toda realidad está marcada por tres características.

  • En primer lugar, el carácter transitorio, impermanente y fugaz de todo lo real (anitya).
  • La segunda característica es el resultado de ésta: si en el ser humano o en el mundo no hay nada que no transite, se desarrolle y evolucione, nada que permanezca siendo lo mismo, entonces ni en el ser humano ni fuera de él hay una entidad o sustancia que permanezca inmóvil a través del camino y que exista por sí misma e independientemente de otras realidades (anatman). El budismo no acepta la creencia en un yo, un atman, un alma, un espíritu, una persona que pueda existir al margen del mundo o del hombre. Esto es lo que se afirma cuando se dice que el budismo niega la existencia de un yo. Cada ser no es, pues, más que una cadena de fenómenos pasajeros que se suceden condicionándose estrechamente los unos a los otros.
  • La tercera característica es la que da nombre a la Primera Noble Verdad: dukkha. Suele traducirse por sufrimiento, mal, dolor, etc. Es consecuencia de las dos características anteriores: si no hay nada permanente y tampoco una entidad inmutable e independiente, cualquier cosa que parezca satisfacernos no lo hará plenamente, porque tarde o temprano cambiará o dejará de existir debido a la condición de impermanencia a la que está sujeto todo ser humano no liberado.

Segunda noble verdad – La verdad de la causa (samudaya) de dukkha

“Esta, oh monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es este deseo que genera nueva existencia, que asociado con placer y pasión se deleita aquí y allí. Es decir, el deseo sexual, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia”.

La palabra clave en la segunda verdad es el término tanhá, que generalmente es traducido como deseo pero que significa también sed, lujuria y apego. El Buda menciona aquí además tres tipos específicos de tanhá:

  • El deseo o sed sexual es kama-tanhá (no confundir kama, sexualidad, con kamma, acción intencional): es el deseo o lujuria asociada con los seis “objetos” de los sentidos (visión, audición, olfato, gusto, tacto e intelecto).
  • El deseo o sed por la existencia es bhava-tanhá: es el deseo por nacer y renacer, por ser esto o aquello, por vivir o existir en determinado plano de existencia.
  • El deseo por la no-existencia es vibhava-tanhá: es el deseo por la aniquilación del ser y de la existencia presente del ser, el deseo por acabar con esto o aquello, por terminar la existencia.

El deseo sexual y el deseo por la existencia conducen al aferramiento, al apego. El deseo por la no-existencia no conduce al apego, pero sí conduce a una actitud destructiva ante la vida, lo cual, según Buda, también produce más renacimiento (bhava) y más malestar (dukkha) para el ser en el futuro.

Tercera noble verdad – La verdad de la extinción (nirodha) de dukkha

“Esta, oh monjes, es la Noble Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Es la total extinción y cesación de ese mismo deseo, su abandono, su descarte, liberación, no dependencia”.

La extinción del deseo viene con un largo y delicado proceso de estudio, contemplación, evaluación de la realidad, reflexión y meditación. Para esto el Buda enseñó una gran cantidad de prácticas éticas y de ejercicios mentales y espirituales para lograr la extinción adecuada y correcta de tanhá. Sin embargo, la palabra clave detrás de la tercera noble verdad no es tanto extinción sino nibbána (nirvana en sánscrito): el estado supremo de extinción total y definitiva de los tres venenos mentales (avaricia, odio, e ignorancia). Nibbána, que significa “fuego extinguido”, no es la extinción del ser o la no-existencia: es un estado de liberación suprema donde el ser ya no vuelve a renacer otra vez en samsára. Todo en samsára es perecedero (anicca) y causante de malestar (dukkha), pero más allá de samsára (“la Otra Orilla”, como lo llama el Buda) existe el estado de nibbána, que es no-perecedero y causa de dicha suprema. Esta verdad de hecho contiene el punto más importante de toda la enseñanza del Buda, puesto que nibbána es el objeto y el fin de toda esta Enseñanza y Disciplina. Lo Supremo (nibbána) es de hecho lo que da sentido y propósito a toda la filosofía y religión del Buda, siendo la cuarta noble verdad nada más que el entrenamiento que conduce a ello.

Cuarta noble – La verdad del sendero (magga) que conduce a la extinción de dukkha

Esta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento. Simplemente este Óctuple Noble Sendero; es decir, Recto Entendimiento, Recto Pensamiento, Recto Lenguaje, Recta Acción, Recta Vida, Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración.

Esta cuarta Noble Verdad, es el sendero que conduce al cese del sufrimiento, denominado «Noble Sendero Óctuple» ya que consta de ocho factores. También es conocida esta Noble Verdad como «Sendero Medio», porque evita los extremos del libertinaje y del ascetismo riguroso.

Las ocho divisiones del Óctuple Noble Sendero se pueden escindir en tres grupos.

1. El de la Sabiduría, al que pertenecen

El recto entendimiento y el recto pensamiento. El recto entendimiento incluye el entendimiento intelectual y parcialmente experimental, de las Cuatro Nobles Verdades.

El pensamiento recto abarca ideas de renuncia, de desapego, de buena voluntad, de no dañar y de compasión.

2. El grupo de la conducta ética consta de tres factores:

Recta palabra o, lo que es lo mismo, abstenerse de falsedad de difamar, de calumniar, de utilizar palabras que puedan promover el odio, la enemistad y la discordia; no hablar ni ruda, ni descortés, ni ofensivamente; abstenerse de entablar conversaciones sin sentido y no chismorrear.

La recta acción o lo que es lo mismo, abstenerse de matar, de robar y de conducta sexual inapropiada.

El recto sustentamiento supone el prescindir de los modos de vida irregulares que dañan y hacen sufrir a otros.

3. El grupo de la disciplina mental o concentración está constituido por:

El Recto esfuerzo es el empeño perseverante para impedir la producción de pensamientos malos y dañinos y promover pensamientos saludables.

La recta atención consiste en prestar diligente atención al cuerpo, a las sensaciones, a las emociones, a las actividades de la mente.

La recta concentración, que describe la esencia de la meditación budista.

Los ocho factores del Noble Sendero Óctuple no son pasos que haya que dar sucesivamente, uno tras otro; son interdependientes y están interrelacionados, y al nivel más alto actúan simultáneamente.