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YAMAS (PRINCIPIOS UNIVERSALES)

“Las abstenciones son: abstenerse de causar daño, de mentir, de robar, de placeres sensuales y de riquezas” (YS.II.30).

Ahimsa (consideración)

Cuando la abstención de ocasionar daño se establece en el yogui con firmeza, se abandona toda hostilidad en su presencia (YS.II.35) a (YS.II.35).

Amabilidad, no-violencia, compasión por uno mismo y por los demás. Ser consciente de cómo nos tratamos a nosotros mismos, a los otros y al entorno. Hay que relacionarse con todo y en todos los sentidos con extremo cuidado. Nos dañamos a nosotros mismos cuando tratamos sin respeto a los demás seres vivos y al medio ambiente.

No causar daño (ahiṃsa) es la actitud fundamental. Aunque su estimación sea muy subjetiva, esta actitud debe tomarse en sentido amplio ya que con su práctica el yogui tiende hacia la armonía y la serenidad emocional. Realmente, no es posible actuar sin ocasionar absolutamente daño alguno; la recomendación consiste en optar siempre por la acción menos dañina para los demás. Actuando así, poco a poco se extenderá dicha actitud en el entorno

La consideración hacia todos los seres vivos, en particular hacia los inocentes, los que están en apuros o en una situación peor que la nuestra.

Himsa significa ofensa, crueldad, violencia, etc. Ahimsa, significa además de la ausencia de ofensa y de crueldad las cualidades de bondad y consideración tanto hacia los demás seres como hacia uno mismo. Ahimsa permite considerar cada circunstancia de la vida con consideración y amabilidad. “Cuanto más considerado se es, más se estimulan sentimientos amigables en todos aquellos que se encuentran en nuestra presencia”. Ahimsa, es pues un precepto basado en el amor, tanto hacia uno mismo, autoestima, como hacia los demás.

No perjudicar nunca, de ninguna manera a ninguna estructura portadora de vida, a ninguna criatura viviente. Ésta es la primera condición para aprender a respetar la vida, en todo lo que ella representa, como manifestación de lo divino. Se tratará de no dañar ni en pensamiento, ni en palabra, ni en obra, incluyéndose uno mismo, ni por distracción ni por interés.

Emanciparse de todos los impulsos que son la causa de actos nocivos y dañinos, sean de origen orgánico, emotivo o consecuencia de condicionamientos mentales, es una tarea ardua. Para tener éxito en este aprendizaje, las etapas a seguir son:

  • En primer lugar, saber reconocer (aún después de hecho) ese elemento motor, definirlo y comprender los mecanismos que han entrado en juego.
  • Después, controlarlo desde su puesta en acción.
  • Finalmente, emanciparse de la propia pulsión.

Satya (Verdad)

Cuando la abstención de mentir se establece en el yogui con firmeza, las acciones y sus frutos están en conexión (YS.II.36).

 La palabra Satya significa literalmente “decir la verdad”. No limitándonos tan solo a la palabra, la verdad puede y debe manifestarse en cada una de nuestras acciones y comunicaciones a los demás. El cuidado de nuestra expresión y la autenticidad de la transmisión de la realidad nos permite evitar todo el daño y el prejuicio que supone la mentira, como la difamación, la calumnia, la ridiculización, etc. El control y precisión en la palabra y la expresión es una manifestación del propio auto control y “quien muestra un fino sentido de la comunicación no errará en sus actos”.

Poder evadirse de la actitud mentirosa es la labor esencial de esta nueva práctica, tanto si la mentira es deliberada, consciente o por ignorancia. La inteligencia discriminatoria y un amplio discernimiento contribuirán en esta tarea.

Podemos considerar dos casos de mentira:

  • La mentira a los demás útil e inútil.
  • La mentira a sí mismo, siempre inútil.

Con respecto a los demás, establecer la diferencia de la inutilidad de mentir es difícil y se necesita una gran sutileza. La mentira es útil cuando permite evitar un daño real a la otra persona, decisión que también requiere una gran capacidad de discriminación.

Asteya (Aceptación)

Cuando la abstención de robar se establece en el yogui con firmeza, surge ante él toda clase de riquezas (YS.II.37).

No robar, no tomar lo que se sabe que no es nuestro. El robo es el resultado de creer que nos falta algo, lo cual es contrario a la ley universal de la abundancia. Primero, hay que rechazar el deseo de apropiarse de lo que no es nuestro; más adelante, hay que trabajar para cambiar la creencia interior que conduce a tal deseo.

Aunque traducido por no robar, un término que amplía y completa su significación es la no-apropiación. No apropiarse de nada, indebidamente, sin verdadera necesidad. No la falta definida por las necesidades aparentes dictadas por los numerosos deseos, sino aquella que corresponde verdaderamente a la condición humana. Consideramos la apropiación en las tres facetas siguientes:

  • El hecho de tomar lo que es de otro, sea objeto o idea, lo que habitualmente se entiende por
  • La posesión de un bien o de una situación que no corresponda a una necesidad real. Por ejemplo, el comer excesivamente. O bien, el apropiarse de algo, sin hacer nada, aceptando cantidades económicas o ciertas ventajas que pueden ser de situación o sentimiento. También se considera apropiación el goce o deleite que uno obtiene de los sentimientos favorables que los demás le ofrecen, sin corresponder a su
  • La reivindicación de algo que no corresponde todavía con lo merecido, lo que se reduce a una exigencia.
  • La práctica de Asteya es de una gran ayuda, evitando embarazarse inútilmente, tomando conciencia de lo que el hombre es y de sus necesidades reales.

Brahmacharya (Moderación)

Esta actitud desarrolla la energía necesaria para avanzar en la práctica. Cuando la abstención de placer sensual se establece en el yogui con firmeza, se adquiere gran vitalidad (YS.II.38).

No consiste, como generalmente se piensa en la abstención de toda actividad sexual; al yogui la práctica sexual no le está prohibida. Se trata de abstenerse de toda clase de ideas y emociones rutinarias (egoísta, obscenas, eróticas, deshonestas…), en definitiva, emociones de naturaleza inferior, que pueden acompañar esta actividad sexual o bien producirse fuera de dicha actividad. Sólo pensamientos de amor y respeto deben alimentar esta unión carnal; de un amor total, plena expresión de esa inmensa ternura que sólo el abandono de toda búsqueda egoísta o satisfacción personal, permite. Apertura total hacia el otro, fusión completa de dos complementarios que así experimentan la unidad, aproximación soberana del Amor absoluto.

En Yoga debe considerarse la unión sexual, tanto en los humanos como en los animales, como una forma de misa, de sacerdocio que la naturaleza ofrece a su creador.

Otra práctica independiente de la castidad y que recibe el nombre de Continencia, se utiliza en ciertos períodos del ejercicio yóguico y consiste en una abstención total de la sexualidad, pero no como un ejercicio de orden moral, sino como un medio para conservar disponibles todas sus energías, comprendida la sexual que es inmensa, en pro de ciertas prácticas de orden superior. No obstante, practicar la continencia sin estar preparado, con un sinfín de insinuaciones y fantasmas mentales sobre la actividad sexual, está muy lejos de la idea de castidad. Situaciones de este tipo son la fuente de numerosos conflictos y tensiones que precisamente la práctica de la no-continencia reduciría considerablemente.

Una traducción más literal de Brahmacharya es: moverse en Brahmán, o la forma en la que se mueve la potencia divina, lo que trae consigo una comprensión más extensa del término. Una actitud moderada en todas las actividades de la vida, nos acerca a ella.

Aparigraha (desapego)

Cuando el yogui se establece con firmeza en la abstención de riquezas surge en él todo el conocimiento sobre “el cómo y por qué” de la existencia (YS.II.39)

Confianza en uno mismo, no atesorar, no acaparar, no codiciar, generosidad en espíritu y acción. Aceptar estrictamente lo que se necesita y rechazar el resto. No gastar energía deseando lo que otros poseen (envidia). Autoresponsabilidad (entender que creamos nuestra vida a cada momento), actuar para progresar y conectar con el sentimiento interno de totalidad, son requisitos indispensables para el desarrollo de aparigraha.

Este yama conduce a aceptarse tal y como uno es en su propio contexto interior, sin añadirse nada que lo valorice como pueden ser objetos, palacios, situaciones, diplomas o los propios dones adquiridos o naturales. Ejemplo: uno puede vivir en un palacio de mármol, comer en una vajilla de oro, estar rodeado de servidores atentos y ser totalmente pobre, es decir “ser lo que es” sin valorizarse por todos estos elementos. Luego, Aparigraha corresponde a la pobreza de espíritu.

Cuando este yama se comprende mal como renuncia a los bienes y riquezas en el sendero de abandono de ellos, muchas personas cometen, grandes errores, como el de vivir ellos y sus familias en la pobreza, en la miseria y en las dificultades. Otros abandonan a su familia para vivir en la pobreza dejándola desamparada. Estos errores proceden del hecho de no comprender que no es el despojamiento de los objetos sino emanciparse de la idea de poseerlos.

La identificación más compleja y la más sutil de la que el hombre deberá finalmente liberarse es aquella que proviene de sus propios elementos constitutivos y que son:

Su cuerpo y su psique – actitud orgullosa por excelencia-. La adquisición de una completa humildad, es decir, la exacta apreciación de uno mismo con relación al universo, será la culminación